Hace poco el Ecuador eligió a su presidente por los siguientes 4 años, lo cual implicará un rumbo diferente al que hemos tenido en los últimos períodos.  Si bien el cambio es bien visto por la comunidad internacional, debemos recordar que, como menciona Miguel de Cervantes en El Quijote “una golondrina sola no hace verano”.  Por eso, no basta con esperar que el cambio se genere desde una orden presidencial, sino que deberíamos participar activamente de la construcción del rumbo del país.  Por eso, necesitamos urgentemente modificar algunos aspectos de nuestra idiosincrasia si queremos sumar en la transformación de nuestra sociedad: 

1.       Promover el diálogo constructivo en lugar del atrincheramiento ideológico.  En el diálogo encontramos diversos puntos de vista que enriquecen la realidad y promueven la construcción de nuevos modelos de servicio, de gestión, de innovación y de trabajo.  Discutir sólo desperdicia tiempo y energía tan necesarios para lograr nuestro propósito común.  

2.       Actuar como una comunidad en lugar de promover división.  Para progresar, necesitamos a todos.  Sólo aportando desde los propios talentos y poniéndolos al servicio de la comunidad inmediata -familia, proyecto formativo, emprendimiento, empresa- lograremos dignificarnos y generar el crecimiento, tanto intelectual como económico, de nuestra sociedad. 

3.       Encontrar los puntos en común en lugar de acrecentar las diferencias.  Las necesidades que tenemos, como personas y sociedad, son comunes y giran alrededor del crecimiento económico y el progreso humano.  Generar conciencia de estas necesidades y diseñar planes de acción alrededor de ellas es una responsabilidad de todos.  

Además de esto, es imprescindible que nuestro quehacer esté delineado por los valores de honestidad, compromiso, disciplina, respeto, justicia y caridad. Paulo VI en su encíclica Populorum Progressio afirmaba que “El desarrollo (…) para ser auténtico, debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre”.  Para lograr esto, sin duda nuestro mayor desafío será fomentar el cambio hacia una cultura que promueva la unidad de los ecuatorianos.  Solo así podremos aunar fuerzas y conseguir el ansiado progreso, y en el camino forjar esa identidad solidaria que tanto nos ha caracterizado a los ecuatorianos en los momentos más duros.  La decisión, nuevamente, está de nuestro lado.