El duelo de Champions League era un partido muy esperado, se enfrentaban dos equipos con un gran poder ofensivo, y jugadores que elevaban las expectativas del compromiso.

Pero, ¿qué diferenciaba a estos grandes clubes de los que se quedaron en el camino? Por un lado tenemos al PSG, una institución que ha invertido una gran cantidad de dinero en contratar superestrellas del fútbol, con el fin de ganar la máxima competición por primera vez, la cual, lastimosamente, se les ha vuelto a escapar. Luego tenemos al Bayern de Munich, el gigante alemán que, pese a ser una gran institución, ha sido cautelosa en negociar los contratos, pero que ha puesto gran énfasis en el desarrollo de sus jugadores.

Ya en el campo, el equipo de París puso todo el peso del torneo sobre los hombros de sus estrellas, haciendo que su juego dependa de ellos, estrategia que  funcionó casi todo el torneo pues vimos grandes exhibiciones de Neymar, pero también se vieron muchos aires de grandeza ante sus rivales, llegando incluso a mofarse de sus derrotados.

En la otra esquina estaba el Bayern, un equipo que trabajaba en silencio, que hablaba en la cancha, que su juego se adaptaba a lo que exigía el rival, pues si no aparecía su estrella (Lewandowski) tenía diez jugadores más dispuestos y con el potencial para sacar adelante al equipo.

Por eso, el justo campeón de la Champions League es el Bayern de Munich, por su trabajo en equipo, su disciplina dentro y fuera del campo, su adaptabilidad a las situaciones que se le presenten.  ¿Qué nos dice esto?  En la empresa que estés, mucho más importante es el equipo que la búsqueda del éxito individual.  Es la gran enseñanza que he obtenido en Humane, con docentes que valoran mucho las interacciones entre las personas por encima del talento individual.