El otro día estaba sentado dentro de un avión esperando que nos dieran el permiso de despegar durante casi 45 minutos. Al lado mío se encontraba una señorita que debería bordear los 25 años. Durante todo ese tiempo sus dedos se movían encima de la pantalla de su smartphone cual pulpo robot abriendo y cerrando redes sociales, apps y escribiendo a la vez múltiples mensajes a diversos grupos o personas de su whatsapp. Mi sorpresa crecía viendo la habilidad y rapidez con que enviaba mensajes, likeaba por aquí y por allá y veía con una rapidez asombrosa videos, imágenes y escuchaba sonidos.

Y se me vino a la mente unas palabras del gran Benedicto XVI quien afirma que en una época en la que los mensajes y la información sobreabundan, el silencio se convierte en algo esencial para poder distinguir aquello que es importante de aquello que es insignificante o secundario. Es necesaria una profunda reflexión sobre la vida y su sentido para que podamos discernir las relaciones entre los eventos, para hacer evaluaciones y analizar mensajes. Sólo así podremos compartir mensajes muy bien pensados y opiniones relevantes. Para que esto suceda sigue sosteniendo el Papa germano se hace necesario desarrollar un ambiente apropiado, una especie de ecosistema que ayude a mantener el equilibrio entre el silencio, las palabras, las imágenes y los sonidos.

La comunicación no sólo está basada en palabras, signos, imágenes o sonidos. El silencio es parte fundamental de la comunicación. Sin silencio por ejemplo no se podría escuchar o no seríamos capaces de sopesar o ponderar los mensajes que quiero emitir. En el silencio puedo escucharme y entenderme mejor, las ideas pueden generarse y adquirir profundidad. Sin el silencio debido, corro el riesgo de vivir en medio de una sucesión de ideas que no pueden encontrar la tierra abonada para crecer y madurar. El  peligro es la superficialidad y la falta de reflexión que condenan a la persona a vivir en la epidermis de la existencia.

Termino con esto. No necesariamente una empresa o un profesional producirá o será más eficiente estando hiperconectado a internet. Hay personas que no conciben su trabajo sin estar conectados. Mi experiencia es que la conexión es necesaria hasta un punto, luego necesito silencio, trabajo reflexivo y creativo, donde en medio del silencio pueda escucharme e ir sopesando lo que estoy pensando y quiero hacer. El camino es buscar un equilibrio que compense la hiperconectividad con espacios necesarios de silencio que ayuden a la reflexión y la conexión con el mundo real. Silencio que ayude a la creatividad y la maduración de las ideas como también a la profundización a través del estudio y la investigación.

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Bibliografía: 

Benedicto XVI, “Silence and word: Path of Evangelization”. Message for the 46th World Communications Day, May 20, 2012.

Blum, Christopher; Hochschild, Joshua. A mind at peace. Reclaiming an Ordered soul in the age of distraction.